El Incendio del Siglo

Equipo de Construccion que viajó al Sur de Chile, SEND NOW, de la Univ. Liberty, EE.UU.

Un drama, como nunca lo he observado, fue la dura realidad de estos incendios. Esto es lo que vivieron las miles las personas en las cuatro regiones de Chile donde por 35 días los incendios devoraron miles y miles de hectares de bosque, de cultivos, de siembras…y sobre todo, casas. Hasta ahora, a los dos meses después de la catástrofe, nadie se atreve a estimar cuánto demorará la reconstrucción de los aproximademente 1.200 hogares destruidos. Aun menos se quiere atrever a proyectar cuánto tiempo demorará que esas familias recuperan un grado de normalidad.

El hecho de las grandes y profundas tragedias que están viviendo todos aquellos que perdieron casas, empleo y negocios no puede ser plasmados de maner adecuado en tan pocas palabras, pero hay que intentar. A continuación rescataré una de las dos historias de las dos familias que fue mi privilegio servir durante una semana entera en marzo de este año. Los hechos hablan por si mismos.

Cuando Ariela (los nombres fueron cambiados para proteger su identidad) decidió trasladarse desde Colina hasta Constitución nunca pudo imaginarse lo que viviría en tan poco tiempo. Motivada por el amor y la esperanza de formar una familia, ella aceptó la invitación de Ramón para hacer una familia con él. Por lo tanto se fue a un lugar desconocido y extraño y se unió a su marido.

Poco después nació su primera hija, Celeste. La pequeña hija de Ariela y Ramón les trajo mucha alegría, pues era su primeriza y tendrían un hermoso futuro por delante. Ramón era un trabajador en un aserradero grande de la zona. Por lo menos tendrian un ingreso estable y una vida tranquila en el bosque, viviendo cerca del aserradero donde trabajaba su marido.

Ramón consiguió permiso para construir su primera casa en un espacioso terreno al lado del aserradero donde trabajaba. Durante 3 meses trabajó todos los fines de semana para edificar su nueva casita. Juntando cada peso y haciendo todo por si mismo, logró levantar una casa de madera de unos 6 metros por 8 metros. No era grande, pero estaba bien hecho. Lo más importante, ya iban a tener su casa propia Ariela y Ramón, para cuidar y criar a Celeste.

Claro que todo eso, a los dos años de llegar a la zona, cambió repentiamente. El fuego comenzó lejos, y al principio parecía que no habia peligro. Pero, como nunca, el fuego avanzó y en pocos minutos estaba al lado del aserradero. ¡El humo, el calor poderoso y el ruido eran asustadores para los tres! Pronto tuvieron que correr de su casita linda…nueva…sin que habían vivido en ella. Esa pequeña estructura de madera desapareció totalmente en cosa de unos 5 minutos. Solo quedó el vidrio arrugado en trozos en el suelo. Se le fueron los sueños a Ramón y Ariela.

Varios meses después, por intermedio de un contratista local, quien también perdió su casa en el incendio del siglo, a Ramón lo fue a buscar este contratista para conversar y saber si había alguna posibilidad para reconstruir su casa. Hablando e investigando, el contratista, a quien lo llamaremos Franco (nombre fictisio), se interó que Ramón necesitaba donde vivir de manera urgente. Por lo cual Franco lo fue a ver y a entrevistar.

En esa entrevista se enteró Franco que la familia tenia permiso para reconstruir su casa, pero como habían gastado todos sus ahorros y sus recursos en la nueva casita, no tenian cómo construir. Fue allí que Franco decidió contactar a Ramón con el director y presidente de la ONG, Adelphos, el Hno. Patricio Oliva. Este fue el primer paso hacia el proceso de recuperar su casita.

Entonces, unos meses más, y en coomunicación conmigo, el Presidente de Adelphos nos ayudó a gestionar la visita al pueblito de Nirivilo, cerca de San Javier, a fin de conocer a Ramón, Ariela y Celeste. ¡Todo esto llevó a que, unas semanas después 18 personas vinieran a levantarle una casa nueva! En tan solo 4 días el equipo de alumnos de la Universidad de «Liberty,» personas de dos iglesias en Santiago (Iglesia Bautista Misionera e Iglesia Bautista Vida Nueva) se juntaraon con el Pastor Iván Alegría, su esposa Mimi Fredes, con Pastor David Rogers, Roberto Patten y Nicolás Ecker (misioneros de ABEM, Chile) para esta obra digna y valiosa.

La casa que se pudo levantar está en la foto arriba. Pero más allá de la construcción, del esfuerzo, de la logística o de la colaboración con una familia en necesidad, lo más hermoso fue cómo esta familia joven fue recipiente del cariño y el amor cristiano de personas quienes no les conocían. Fue una verdadera obra de amor por la sola razón de expresar el amor de Dios hacia los que sufren.

Las necesidades siguen siendo urgentes en la zona de Santa Olga, San Javiera y todo las zonas del sur de Chile donde el «incendio del siglo» arrasó con tantos hogares. Nuestro afán es llevarles esperanza, amor y una mano de ayuda práctica en los próximos días. Que el nombre de Cristo sea levantado y exaltado por este ministerio de compasión hecho en nombre de Jesús.

David Rogers, M.A.Min.

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