Cómo «Dar Vuelta a la Página» en Chile: Cambios Necesarios

Cuesta avanzar en la vida. Cuesta cambiar a través de la vida. Especialmente después de muchos años, mucha routina…mucho tiempo arriba de «la bicicleta.» Si hay que cambiar, ¿Cuáles son los obstáculos al cambio permanente y real? ¿Cómo procurar más que una emoción pasajera que llena de euforia, pero que no rompe las esquemas que favorecen el cambio? En otras palabras, ¿cómo saber cuáles son los cambios NECESARIOS?

Me gustaría pensar que el cambio no me cuesta tanto. Soy un hombre postivo, de vision a largo plazo en la cual anticipo los cambios en mi contexto personal siempre. Me ha sido necesario cambiar muchas cosas: mi idioma (aprendí el castellano a los 25 años), mi residencia (cambié de país a los 26), mis posiciones políticas (dejé de promover mis convicciones para evitar el choque con la cultura donde vivo), y muchos otros cambios. Si me preguntara «¿te asusta el cambio?» respondería «¡No! por ningún motivo!» He aprendido a cambiar sin estorbar las bases de la vida. (La base no ha cambiado, solo la expresion de la misma.) 

Pero en las preferencias personales, el estilo personal, se observa en mi una continuidad de forma de ser. Así es que sigo vistiendome casi igual de hace 20 años. Sigo con el mismo corte de pelo de la misma manera de hace unos 20 años. En algunas cosas el cambio viene gradualmente. Si no me asusta el cambio, ¿por qué es escasa la evidencia de cambiar en mi personalmente?

La  respuesta simple a estas preguntas es, ¡porque el cambio es doloroso! Es doloroso para el ser humano. Es doloso en el aspecto mental, intelectual, y también psicológico. Pocos realmente cambiamos; solamente alteramos el orden de nuestras acciones o reorganizamos nuestras preferencias. Cuando uno procura cambiar sucede que deja atrás lo familiar. El cambio rompe esquemas conocidos y genera un «vacío» temporario de lo desconocido y lo definido.

Ahora, los forjadores de la opinión pública en Chile proyectan generar grandes cambios políticos, sociales y valóricos. Nos dicen que hay necesidad de cambiar cómo el gobierno decide el estandar de vida de los pensionados. Esto es algo tremendamente complejo, sin embargo. Una vez que se decide aumentar la pensión, el gobierno chileno abrirá la puerta a un sin fin de otras peticiones para subir o mejorar otros aspectos financieros para el trabajador. No solo las pensiones tienen que ser cambiados, pero también los planes de cobertura de la salud, los días permitidos para pre- y pos-natal, las horas de trabajo por semana y especialmente, las protecciones que el empleador tiene que asegurar para el empleado. Este cambio saldrá caro. Algunos puntos de éstos serían cambios sano, pero será doloroso para el empleador, para el país, para la cultura. Especialmente será doloroso para quienes temen al cambio. 

Pero, cambiar las pensiones de los jubilados o cambiar el sistema de salud es una cosa. Estas exigencias son necesarias, siempre y cuando tengan bases económicas y recursos seguros y legítimos para realizarse. 

Pero no SIEMPRE el cambio es sano. Algunos de los cambios que se promueven hoy en Chile son justificados. PERO, el hecho que se quiere cambiar la familia, y poner el control de ésta en manos del estado es un cambio erróneo y falso. También se buscar definir el matrimonio como simplemente una «conveniencia» para que todos y todas puedan tener su propio estructura familiar. Este tipo de cambio rechaza más de 10.000 años (por dar una cifra al aire) de tradición de la familia. Al contrario de lo que los adherentes de este tipo de cambio buscan no se puede cambiar el matrimonio por los antojos de unos pocos. Solo porque algunos pocos  quieren cambiar la relación matrimonial o la familiar en un estado de «mutuo acuerdo» o de «unión civil», es por eso un cambio necesario? Por lo tanto antes de cambiar las bases, debemos evaluar QUE DICE la Biblia al respecto. 

Según la Biblia este tipo de cambio no solo es arriesgado. ¡Es destructivo! La familia es la primera institución que Dios creó en la historia de nuestra raza. La familia tiene por objeto la procreación y la formación de los progenitores. Solo un hombre y una mujer, unidos en mutuo compromiso y con el mutuo acuerdo de por vida son capaces de lograr tales objetivos. No hay otro «tipo de familia» que resulte acorde al diseño natural y lógico para la familia. 

Antes de procurar cambios sociales, yo propongo que es tiempo cambiar a nosotros. Somos nosotros las personas que que podemos cambiar la sociedad. Pero no lo podemos hacer hacer primero tratar estas areas que hay que cambiar en mi y en tí. El cambio desde adentro es el único que durará…

  • Un cambio fundamental de partida. Falta cambiar la actitud hacia las autoridades. La Biblia dice «Dad a César lo de César, y dad a Dios lo que le corresponde.» (Mat. 22:19) La juventud, los adolescentes, están aceptando que se justifica atacar a las autoridades civiles, gratuitamente y con impunidad, solo porque no están de acuerdo con su actuar público. Ningún discípulo de Cristo puede excusar el atacar a una policía cuando la Palabra de Dios explica precisamente lo opuesto.  (Vea Rom. 13:5-10) Dios no nos permite cambiar la debida actitud de respeto hacia las autoridades solo porque no estamos de acuerdo con su proceder. Está bien discrepar, estar en desacuerdo y plantear proyectos o planes distintos. Pero, siempre en una actitud de respeto. 
  • Otra área que falta cambiar es la actitud de falta de respeto hacia el prójimo (o el vecino). Contemplemos varios tipos de «vecinos.»  Está el vecino que es el niño gordito, de lo cual se burla y se mofa. Está el vecino que que sufre de deficiencias académicas, a quien lo molestan o lo marginan. Falta cambiar el trato hacia la persona que no compiten o no tiene las mismas ventajas que todos. Un cambio grato sería que la cultura aprendiera a «aceptar al que es débil…pero no para juzgar sus opiniones» (Rom. 14:1).  Fíjese que el cambiar la compasión hacia los que son menos afortunados que uno es un real cambio que no tiene ningún costo…¡salvo el orgullo de uno! 

Entonces, en resumicas cuentas, tenemos una oportunidad para cambiar mucho en la sociedad y la vida de Chile. Los principios y las creencias biblicas siempre son la mejor guía y patrón en este momento. En verdad, es la única base segura y probada que beneficiará tanto al individuo como a la sociedad. Por esto, estamos ante una disyuntiva de crucial importancia. El cambio por el solo hecho de cambio no será inteligente ni sostenible, si se lanza al viento la verdad que Dios es quien otorga los derechos, y es Dios quien ha revelado las verdades para saber qué nos falta cambiar en Chile.

Nos toca aprender a cambiar para el bien, no para el mal.

David L. Rogers
Santiago, Chile.