¿Iglesias Proféticas?

Nadie duda que la iglesia del Señor Jesús tiene un rol que cumplir en la sociedad. En el libro recién publicado en Chile, «El Libro de los 500 Años» (editado por Daniel Contreras G. publicado por la Sociedad Biblica Chilena, 2017), leemos que la historia de la Iglesia está marcada por epocas cuando ha entenido mejor, o a veces, peor, cuál es ese rol. Este libro es lectura valiosa para todos aquellos que quieren entender cómo la Iglesia cristiana, evangelica ha realizado una influencia significativa. (Lo puede adquerir en www.editorialcrece.cl)

Pero surge la pregunta: ¿Es bíblica la tendencia moderna de hablar de la iglesia como «una voz profética» en medio de nuestro mundo? Esta expresión popular hace eco de un texto bíblico que señala que el cristiano de hoy ha de ser «sal y luz» en la tierra, y por tanto la Iglesia local también debe ser sal y luz en el mundo. Frente a las realidades socio-culturales que indican una tremenda necesidad en el mundo, necesidades como el matricidio, el aborto («por tres causales» ahora legal en Chile), la confusión entre los géneros, el abuso sexual y muchos otros males, algunos creyentes promueven la postura que la Iglesia como cuerpo es responsable de «preservar la sociedad.» ¿Es biblica esta postura?

Veamos el texto que Cristo mismo expresó:

«Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija (un almud), sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.» (Mat. 5:14-15, NBLA).

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¿Está bien interpretar que la iglesia al ser sal y luz en la tierra, podrá preservar el mundo de su propia autodesctrucción? Pienso que no es una postura sostenida por Cristo. Ser sal y luz NO significa preservar el mundo. Significa confrontar el mundo con la corrupcion, la inmmoralidad, la mentira y la indiferencia a la luz de las necesidades espirituales de este mundo. Cuando Cristo habla de ser sal y luz es una función de ILUMINAR y de RESGUARDAR la verdad, frente a la sociedad que se está corrumpiendo, como desde en los días antiguos de Noé.

Las personas a quiénes Jesucristo hablaba, en su contexto bíblico, no eran la Iglesia ni tampoco los cristianos. La frase es parte del Sermón del Monte, en el cual Cristo propone Sus parámetros para quienes sean ciudadanos del Reino de Dios, y se lo dice a los Israelitas, los que ansiosamente esperaba el Reino de Dios. Este mensaje no les apunta a que salgan a salvar al mundo ni a preservar el mundo, sino de ser radicalmente distinto frente a este mundo tenebroso y confundido. Si el Señor Jesús estuviera enseñandoles a tratar de «cristianizar» el mundo, es decir, purificar la sociedad, entonces no se explica porque también proclamó que «Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y Fariseos, no entrarán en el reino de los cielos» (Mat. 5:20, NBLA). Les está señalando como vivir en el Reino de Dios, no como traer el reino a la tierra.

Entonces, ¿qué debe hacer la iglesia moderna en medio de una cultura podrida, perversa y rebelde? La Iglesia local en conjunto con la Iglesia global es responsable de dos tareas:

1) De proclamar, o de extender la Palabra de Dios, el Evangelio, a todos los rincones del mundo (Marc. 16:15; Rom. 1:16; 2 Tesalon. 3:1). La Iglesia por sobre todo debe usar todos sus recursos, tanto humanos como materiales, para que los que no conocen la verdad de cómo gozar por la eternidad de una perfecta comunión con el Padre Celestial, puedan entender en su idioma, y en conformidad con su realidad, que la entrada al Cielo está disponible solamente por la fe simple en Cristo Jesús.

Y la segunda tarea:

2) La Iglesia es responsable de demostrar por su conducta y con sus acciones consagradas y sacrificiales que los que han entregado por fe su vida a Cristo y que están viviendo por medio de El, no abusarán al debil ni se aprovechará del indefenso.: es decir, que el cristiano vive una cualidad de vida totalmente diferente, marcada por y ordenada por las normas de la Biblia. Nuestras vidas, querido lector, ¡tienen que explicar, o «encarnar» el Evangelio! El cristiano que vive de acuerdo al Reino de Dios se separa del pecado y se diferencia en su estilo de vida. ¿Por qué hay tantas ideas raras sobre qué el Evangelio? En parte, creo yo, porque no está claro en nuestras vidas y nuestros hábitos, qué hace el Evangelio cuando una persona es transformada por la fe en Cristo Jesús.

Cuando un creyente vive y camina en obediencia a Cristo, nadie tiene duda quién está mandando en su vida o mente. Cuando la vida del creyente refleje la mansedumbre de Cristo, el poder del Espíritu y la justicia del Padre, entonces la iglesia será un imán tan grande que invita y atrae otros a los pies del Salvador. Es a ESTO que la iglesia ha sido llamada.

Seamos claros entonces, que Dios no nos llamó a condenar o a salvar el mundo. Sino que la Iglesia y cada creyente que la compone, es llamado a dar gloria al Padre por una vida integremente diferente, personalmente rendida a Cristo, para que todos puedan ver quién es El y qué creemos es realmente el Evangelio.

El Apóstol Pablo refleccionó sobre esta necesidad cuando enseñó a la Iglesia en Tesalónica diciendo que «…porque Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. Fue para esto que El los llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancen (ganen) la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estén firmes y conserven (retengan) las doctrinas que les fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra.» (2 Tes. 2:13b a 15, NBLA).

David L. Rogers, Magister en Artes del Min.
Santiago, Chile.

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