Covid-19 y Qué nos Enseña de Nosotros Mismos

El Coronavirus y la Pandemia que Estremece el Mundo 

Algunas personas me  han preguntado: “dónde está Dios cuando el mundo sufre?” o más común es la pregunta, “Si Dios es bueno, por qué está lleno el mundo de dolor, enfermedad y maldad?” Estas preguntas piden una respuesta. Las condiciones en que nos encontramos en este momento en Chile y muchos países del mundo ruega que demos una respuesta cuerda y fundamentada.

Primero debemos entender del dolor, la maldad y la enfermedad y todo lo que ello comprende solo se puede tratar al considerar un punto de referencia aparte de la maldad misma. Vale decir que la maldad no existe sola. La maldad y la enfermedad ocurren solo en presencia de la bondad, de la salud, y de lo bueno. La maldad se define cuando lo comparas con lo bueno.

Segundo, la creencia detrás de las preguntas planteadas es algo como la siguiente: “el dolor es malo, la enfermedad es mala y la maldad en sí es no deseada, por lo tanto, estas condiciones reales señalan la condición triste y descompuesta de nuestro mundo. El ser humano hará lo que sea para eliminar el dolor, la enfermedad y la maldad.”

Pero, pero hay otra cara al dolor. La podemos plantear así: “¿Tiene el dolor alguna ventaja? ¡Si! Claramente que sí. Cuando uno siente el dolor, causado por un hueso fracturado, una herida en la piel o un dolor de cabeza, esto le obliga a la persona a frenar sus actividades, y a conseguir un tratamiento adecuado. El dolor físico es parte del sistema corporal de dar ADVERTENCIA AL CEREBRO QUE TIENE QUE CORREGIR ALGO.

Coronavirus advertencia

Por lo cual el dolor de una enfermedad repentina, como el coronavirus, DESTACA Y ACLARAR RAPIDAMENTE LO QUE REALMENTE IMPORTA EN LA VIDA. La visión que uno tiene de la vida y del mundo se vuelve menos borrosa, menos confusa. Vemos con mayor importancia que la salud física es un don que hemos recibido, no es algo que se nos puede asegurar.

Entonces esto nos enseña que hay consecuencias valiosas del dolor. La realidad del dolor y la maldad confirman lo bueno. Ello se contra pone a lo bueno, lo sano, y lo íntegro. Esto es lo que uno tiene que buscar en la vida.

Ahora bien, tal como el cuerpo responde al dolor, nuestra sociedad y cultura DEBE RESPONDER AL DOLOR DE ESTA ENFERMEDAD GLOBAL. Debemos parar y evaluar qué estamos sacrificando en lugar de lo que es verdaderamente valioso en la vida.

Otro asunto respecto a la presencia del dolor y la enfermedad en nuestro mundo es que tiene ver con la creencia común que dice si Dios existe, y si es real, siempre DEBE protege al ser humano de lo triste, de lo doloroso y de la maldad. Es decir, existe una creencia popular que supone que Dios está siempre a mi favor, siempre procurando lo que a mi me sirve o lo que yo quiero. Esta creencia es un error de conceptos.

Cuando una persona cree así, entonces les da cabida a estas personas a culpar a Dios por la maldad y el dolor que existen en el mundo. Pero esta creencia ignora algo fundamental en la vida: es la existencia del pecado. La maldad, la enfermedad y el dolor nacen en el pecado. La rebelión, la insurrección, el conflicto y el destruir al otro es consecuencia del pecado humano. Y ¿cuál es la raíz del pecado? Se origina en nuestros corazones, y en la mente o la voluntad de la persona. Entonces sin duda alguna, existe la maldad porque existe el pecado. Y el pecado brota del corazón del hombre.

Algunos objetan, “pero si Dios es bueno y es poderoso, ¿no puede Dios borrar con el pecado y la maldad?” ¡La respuesta es un “Si!” rotundo. ¡Pero si lo hiciera de inmediato, de la noche a la mañana, entonces El debería borrar con la humanidad entera!

Esto nos lleva a pensar, como consecuencia, de esta pandemia Dios puede convertirlo en algo bueno. No porque mueran personas, no porque las naciones se aíslan, y no porque la economía flaquea y se debilita. Sino que de esta maldad, y a través de esta enfermedad Dios extiende, por medio de un actuar paciente y misericordiosa, su esperanza, su presencia personal en la vida del enfermo, y en particular, nos proporciona a todos la oportunidad de reevaluar nuestra relaciones…con nuestros vecinos, con nuestros amigos y con nuestra familias. Esta enfermedad, como otros desastres de tipo natural o de tipo nacional, permite que veamos lo que Dios siempre estaba mostrándonos…que El está dispuesto y capaz de socorrer a los que vuelvan a El.

Por lo tanto, sabiendo que nuestra nación y muchas otras naciones están luchando para controlar y prevenir mayores daños como consecuencia del coronavirus, les presento cuatro verdades que todos deberíamos acatar:

PRIMERA VERDAD, que nuestra fuerza global, la salud nacional y la integridad personal puede ser afectada o dañada por el virus, pero el dolor no tiene que ser definitivo. Al contrario, estas inconveniencias, estos dolores y estas distancias sociales nos están enseñando lo débil y lo frágil que somos. Esto es una señal de ADVERTENCIA, QUE NOS PERMITE VER CUAN LEJOS NOS HEMOS ALEJADO DE LA VERDAD OBJETIVA de creer en y de obedecerle al Dios todopoderoso.

SEGUNDA VERDAD, Dios mismo promete estar al lado de quienes sufren, nos invita a conocerle, a reconsiderar nuestras ideas de como El es, y de escuchar su Voz en estos días de silencio obligatorio y de soledad esforzada.

TERCERA VERDAD, tome en cuenta que la enfermedad y la maldad, el dolor y la pérdida todos nos apuntan a apreciar de verdad lo bueno, lo saludable, y lo que se conoce como algo realmente hermoso: es decir el don de la vida que Creador nos ha obsequiado, lo intangible es lo que realmente debemos valorizar.

Y CUARTA VERDAD, cualquier enfermedad, pero en particular la COVID-19 tiene un lado valioso, por doloroso que sea aceptarlo, y es que nos recuerda que somos mortales, somos humanos, y que hay algo mejor por delante, cuando esta vida termina. Solo aquellos que eligen en ESTA VIDA vivir con Cristo y aceptar el perdón de Dios por la fe en su gracia tendrán la oportunidad y el privilegio de conocer la vida libre del pecado, una vida perfecta y eternamente gozosa en presencia del Autor de la vida. Elige AHORA Su paz y su perdón al reconocer que la enfermedad más grave que la raza humana sufre es la enfermedad del pecado personal.

Le pido cariñosa y urgentemente: escuche las palabras de Cristo Jesús quien dijo “PORQUE EL QUE QUIERA SALVAR SU VIDA LA PERDERA, PERO EL QUE PIERDE SU VIDA POR CAUSA DE MI Y DEL EVANGELIO LA SALVARA. Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? Pues, ¿Qué dará el hombre a cambio de su alma?” (Marcos 8:35-37, LBLA)

No deje pasar esta oportunidad de buscar al Dios real y verdadero revelado en Cristo Jesús. Es la mejor preparación que Ud. puede hacer para protegerse del virus.

David L. Rogers, M.A.Min.
Santiago Chile

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