¿Es una idea cristiana la de aceptar y de acoger a una persona quien viven en condición homosexual, sea hombre o mujer? ¿Puede un cristiano aceptar y vivir en una sociedad en donde el matrimonio homosexual sea permitido?
Comparemos este tema con un tema de hace 100 años. Hace un siglo el gran tema del tabú entre el mundo cristiano y el resto del mundo era el consumo del alcohol. Los movimientos «prohibisionista» salían a las calles a mostrar su músculo anti-alchol basando sus reclamos en textos bíblicos y conceptos cristianos. Nadie los cuestionaba abiertamente, y más importante aun, la sociedad occidente había llegado a entener el inmenso valor de una cultura «seca», no aceptando el consumo de bebidas alcoholicas.
Pero, algo cambió—el consumo del alcohol lo empezó a regular el gobierno, pues se concluyó que sería imposible controlarlo si fuera «subterráneo» al tomar y al confeccionar el alcohol sin legislacion que lo regulara. Luego, el efecto que produjo fue que los bares y los pubs pudieron servir el alcohol en ambientes cerrados pero solo a mayores y nunca a mujeres. El consumo de la bebida alcoholica se tornó en algo «socialmente aceptable» en los 1940, durante la IIa Guerra Mundial. El tomar se puso «de moda» en una sociedad que anteriormente desaprobaba el beber este líquido tracionador.
¿Qué tiene que ver este punto con el homosexualismo moderno? Es mi postura que la vida y la práctica de la homosexualidad está siendo aceptada gradualmente por una razón contundente (parecido a lo que pasó con el consumo del alcohol luego de la guerra): es este…lo que una vez fue intolerable e inaceptable por una sociedad, llegó a ser acogido y tolerado después de una tremenda y aguda crisis de fe y de la ética nacional e internacional. Se está viajando por el mismo camino que el del consumo del alcohol anteriormente. El pensamiento popular es: «¿Por qué obligarles a ir a casarse o a unirse «a escondidas»? ¿No sería mejor que el gobierno regule este aspecto de la sociedad para así evitar el abuso de ello?»
Suena convincente esta idea. Pero, hay un problema: tal como el alcohol ha llegado para siempre, junto a sus cientos de efectos destructivos de la moral, de la vida sana, de hogares seguros y sanos, esta crisis moral respecto a la unión homosexual está por producir una crisis de una dimensión catastrófica.
Detrás de la gran crisis matrimonial hay otra crisis también. ¿Cuál es? Es la crisis del hombre solitario, desconectado, destruido internamente. Las personas de hoy no podemos tolerar mucho más de la desintegración de nuestras casas y hogares (en Chile, tardó tan solo unos 3 años después de legalizar la nueva ley que regula el matrimonio y el nuevo matrimonio para que el numero de divorcios SUPERA EL NUMERO DE MATRIMONIOS NUEVOS en el año). Esto es una crisis de la misma fibra y carácter de la sociedad Chilena. Y, al pasar por esta lucha férrea y aguda, la cultura sufrirá un cambio hacia mayor «libertinaje» o mayor «soltura» en cuanto a lo moral y lo ético y en particular EN CUANTO A LO SEXUAL Y LO INTIMO DEL SER HUMANO.
Mirando a estas situación en forma objetiva, no es difícil creer que la sociedad Chilena acepte la unión homosexual y lesbiana porque la cultura está pasando por una de las peores crisis en su historia. Esta crisis está destruyendo nuestra sociedad, y esta crisis es la del hombre sin identidad, del varón que vive por el placer, del hombre «libre» pero por dentro, esclavo de sus propios deseos desenfrendados. Es una crisis que detonará una bomba de tiempo: que el hombre no tiene un rol propio en la sociedad, sino más bien, que tiene que tolerar lo que venga. En lugar de ser un hombre valiente y quien defiende una moralidad del varón responsable de su entorno, al hombre hoy se le dice que tiene que vivir para el placer de hoy, no preocupandose por las consecuencias de las decisiones personales tomadas hoy.
En poco tiempo, podremos estar escuchando los argumentos para aceptar y legalizar no solo la unión civil gay en Chile, sino de que como sociedad «pluralista y tolerante», se nos dice que hay que pensar en el valor de un matrimonio homosexual en Chile. Cuando esto suceda, les prometo que ya habrán sucedido algo terriblemente triste en la mente del hombre chileno moderno. Es lo siguiente– el chileno ya no se creerá capaz de defender que lo en su mente y corazón sabe profundamente es lo único que protegerá la familia…es decir, la exclusividad de una relación de por vida de un varón y una mujer en íntima y estrecha confianza y amor conyugal. ¿Por qué? Porque en nombre de la «felicidad» y la «libertad» los hombres evitarán ser restringidos a defender el matrimonio entre una mujer y un hombre, porque no son capaces de perseverar en su propio matrimonio.
Esta crisis, promovida por políticos «de peso» en ambos lados de la mesa y fuertemente financiado y respaldado por organizaciones como el Movilh y similares, es simplement un intento por aprovechar de un tremendo y grande y profundo VACIO EN EL CORAZON MASCULINO hoy en día. Puesto que muchos hombres hoy no están contentos ni satisfechos a entregarse de todo corazón a una sola mujer, los hombres buscan otras formas en nombre del placer, o a título de la libertad y las relaciones casuales, pasajeras y de conveniencia, de complacerse. Por tanto esta crisis abrirá una brecha (ya sucedio en Argentina hace solo días) en la vida del país que le quita toda legitimidad del matrimonio heterosexual, exclusivo y protegido. Esta crisis hace eco en la sociedad del pensamiento que dice, «Puesto que no estoy feliz como estoy, y puesto que no quiero ser obligado a quedarme con mi actual situación conyugal o sentimental, dejen que hagan lo que quieran. Asi como yo quiero ser libre de buscar mi propia felicidad, también demos paso a que las minorías sexuales a busquen su propia felicidad.»
La crisis ya habrá llegado a casa cuando no tenemos en Chile varones con la masculinidad bien arriagada de manera tal que pueden defender y sostener a la relación matrimonial y conyugal que en verdad satisface y dura, es la que los dos cónyugues viven para satisfacer uno al otro, NO A SI MISMO, la de una relación heterosexual, exclusiva, permanente. El Matrimonio, como todas las relaciones que perduran en el tiempo, no es para que YO ESTE FELIZ, sino para que YO LE HAGO FELIZ a otra persona. No olvide que el matrimonio heterosexual por razones de finalidad y de diseño, es la única relación matrimonial que tiene la potencial para satisfacer en todo sentido al hombre y a la mujer.
Sin ir muy lejos, quiero terminar diciendo que el matrimonio, así como cual quier otra relación homosexual, no es bíblico, no es satisfactorio, no cumple con el diseño sexual, emocional, fisiologico del ser humano, y no puede ser aceptado por un cristiano quien acepta y defiende la verdad divina hoy. Si fuera posible que la unión homosexual fuera una relación en pleno capaz de agradar al hombre o a la mujer, ¿por qué es en todas las civilizaciones del mundo, no solo las que tienen por base los principios bíblicos y cristianos sino en todas las civilizaciones, que se piensa y se cree que los homosexuales no pueden unirse en matrimonio? La respuesta es sencilla: el sentido común dicta que NO ES RACIONAL, NO ES LOGICO Y NO ES FUNCIONAL el que un hombre se una con otro hombre o que una mujer se una con otra mujer.
Chile, tome note. Esté en alerta, Chile querido. Hay que levantar la voz para defender el matrimonio heterosexual, exclusivo y de por vida. Este es el momento para mostar compasión a los que están viviendo la crisis de la falta de una masculinidad clara y equilibrada. Hoy es el día para proteger la unión santa y sana del hombre y la mujer. Nuestros hijos y nietos nos preguntarán por qué no hicimos más para cuidar del hogar y del matrimonio preservado en harmonía y en bello respeto y cariño. El cristiano no solo debe proteger su propio matrimonio, debe proteger que la sociedad sepa por qué el homosexualismo es un callejón sin salida para todos.
David L. Rogers
Magister en Artes del Ministerio
Pastor-Administrador
IBVN
Lo que no entiendo realmente es por qué se nos quiere hacer creer que modernidad, tolerancia y progresismo deben ser sinónimos de aceptacìón de prácticas o pensamientos antinaturales. Pero al meditar en ello, pienso que es solo una ESTRATEGIA COMUNICACIONAL, llevada para hacer creer al pueblo que, primero, la libertad es el supremo derecho humano, que está sobre todos los demás, en especial la familia; que para estos «progresistas» la familia no es más que una idea abstracta, confusa, pasada de moda, que ojalá un día desaparezca porque le es obstáculo para ingresar ideas aún más perniciosas y radicales.
Resulta chocante ver que en uso de esta supuesta libertad y tolerancia sí le está permitido al Estado aún a arrestar y poner en la cárcel a padres de familia que en uso de su libertad de conciencia y/o religiosa adoptan la decisión de no permitir el adoctrinamiento homosexual, como ocurre en los Estados Unidos, en cuyo caso a estos «libertarios» se les olvidé repentinamente la tolerancia hacia las personas que somos diferentes a no aceptar lo que es contra natura, pero en cambio en los países donde aún no se legisla en pro del «matrimonio» (entre comillas) homosexual a los homosexuales el Estado no los arresta ni pone en la cárcel (enn todo caso, a mi juicio, no debiera hacerlo) por sus conductas muchas veces reprochables y esandalosas.
Es decir, hoy la modernidad y el progresismo arresta y reprime por la fuerza a las familias heterosexuales, que llevan vidas ordenadas y son un aporte a la sociedad, pero por otro lado esta misma modernidad permite y promueve el adoctrinamiento de menores de edad aún en contra de la voluntad de sus padres, siendo aquellos incapaces desde el punto de vista jurídico.
Realmente, esta situación no admite ni resiste ninguna explicación o sustento legal.
Por otra parte, se desconcoe el verdadero rol de las familias y el de los padres, que son los únicos quienes tienen el deber y la facultad de criar a sus hijos.
El Estado no puede inmiscuirse en la forma como educamos a los hijos, pues las escuelas solo son colaboradores del rol principal que poseen los padres.
Conforme a la Constitución Política de Chile, la familia es el núcleo fundamental de la sociedad (artículo 1º inciso 2), y al Estado nuestra Carta Magna le otorga solamente un rol subsidiario e instrumental, cuando señala que éste «está al servicio de la persona humana». Es decir, después de las personas y la familia, el Estado viene a intervenir, pero respetando el valor y posición superior de aquellos, no al revés.
Si aceptáramos que el Estado tuviera una importancia o relevancia superior al ser humano o a la familia, entonces, ya no podríamos hablar de un Estado democrático ni menos de un Estado de Derecho, sino ante un sistema totalitario, en los cuales es de suyo coartar la libertad de conciencia e intervienir abiertamente en las personas y las familias, como sucede en China, donde el Estado dice cuántos niños máximo puede procrear una familia y de qué sexo deben preferentemente ser concebidos.
Pero aún más, nuestro Código Civil, en sus artículos 222º y siguientes confirma la supremacía de los padres sobre la educación de los hijos. Y el artículo 224º señala que «Toca de consuno (o sea, de común acuerdo) A LOS PADRES, O AL PADRE O MADRE SOBREVIVIENTE, el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos». Y el artículo 236º corona lo anterior al señalar que: «LOS PADRES tendrán el derecho y el deber de educar a sus hijos, orientándolos hacia su pleno desarrollo en las distintas etapas de su vida».
En virtud de los acontecimientos que están ocurriendo en los Estados Unidos, se desprende claramente que esa nación, otrora el país de la libertad y respeto a los derechos humanos y amor a Dios, se ha transformado en un Estado Totalitario, la China de occidente. Qué lamentable, que habiendo empezado como una nación piadosa terminó convirtiéndose en un país que pone en la cárcel a los padres por el sólo hecho de querer ejercer su derecho a educar a los hijos de la forma que mejor le parecen.
Si en Chile se termina por sucumbir a la falsedad del «matrimonio» homosexual, estaremos dando el primer paso para convertirnos en un Estado Totalitario, y con ello se acabaría nuestra democracia. es decir, se da la paradoja de que quienes con gran estruendo proclaman la tolerancia como fundamento de aceptar estas uniones antinaturales son los mismos que le estan poniendo la lápida a la democracia y a la libertad de conciencia.
No hay ninguna sociedad en la historia del hombre que al final no haya sucumbido y terminado estrepitosamente cuando ha incurrido en prácticas aberrantes o antinaturales. Roma, por ejemplo.
Esta es mi opinión.
El matrimonio antes las leyes civiles es la unión de un HOMBRE Y UNA MUJER con el fin de procrear y formar una familia. Si no cumple esta función de que estamos hablando, no se que calificativo usar pero, me parece por lo menos vergonzoso que algunos de nuestros políticos tengan tan solo la idea de legalizar el matrimonio homosexual perdiendo el norte del sentido de la vida con el fin de lograr la simpatía de un grupo minoritario. yo les pregunto: ¿Donde queda la familia? ¿Que tipo de procreación quieren usar a futuro? O si ellos fallecen, les gustaría que le entregaran a sus hijos pequeños a un matrimonio homosexual para que los críen.
Dios nos ayude y no nos queda otra cosa que seguir orando por nuestro querido país.