*** El Costo de Ser Discípulo ***

   He aprendido un lección importante en mis años de servir al Señor. Es la siguiente: no hay nada gratis en la vida cristiana, ¡excepto llegar a ser cristiano!

Recientemente, cuando visite a una familia cristiana de nuestra iglesia, escuchaba como hablaban de sus problemas, de sus ansias, de sus necesidades. De una manera ensimismada relataban sus peticiones de oración por la salud, por los recursos económicos para poder comprar una casa y por una situacion laboral más llevadera. Sonaba como la lista de fallas que el mecánico le entrega al dueno de una vieja chatarra de unos 40 años de camino duro y lleno de baches. ¡No había fin a la lista!

¿Por qué hay cristianos que viven derrotados en su vida cristiana? ¿Por qué viven anhelando mejores cosas en la vida cristiana pero no reconociendo todo lo que Dios ya les ha dado, sin entender que El tiene un plan más grande detrás todo ello?  Más que hablar de todos los motivos por sus dificultades (sabiendo que en un sentido son quejas legítimas), quiero hablar de cómo estas luchas se relacionan con la vida de un discípulo de Cristo. Donde es aceptable y común ser cristiano, frecuentemente es allí que no se conoce el costo de seguir a Cristo. Es allí que las convivencias de la vida diaria se convierten en supuestas luchas y tribulaciones. Lo que quiero decir es lo siguiente: muchos cristianos ignoran que lo que ellos piensan son pruebas de la vida, simplemente son oportunidades de aplicar los principios de vivir como discípulo de Cristo.

Tomemos en cuenta que ser DISCIPULO de Cristo exige un paso de FE. La fe en Cristo, la fe sincera y plena, no incluye lugar para compartir las prioridad de seguirle con las metas de otros intereses. Cuando embarcamos en la vida por FE, todo lo de atrás pasa a ser historia. Lo pasado, con sus anhelos, sus logros, sus propósitos, ahora son insignificantes en comparación con lo que viene por delante al seguirle a Cristo. Cuando nace la fe en Cristo, por la gracia de Dios en mí y en ti, entonces, la fe produce el efecto de la transformación paulatina de todos mis valores y mis prioridades en la vida. Los discípulos de Cristo, tal como se ve registrado repetidas veces en los Evangelios, fueron exhortados por el Señor a cambiar su enfoque en la fe. Debían eliminar las competencias a la vida de fe y echarse adelante con nada más que la fe, al seguir al Señor.

Es por ello Cristo solía decir «El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará.» (Mateo 10:37 a 39, LBLA). Lo primero que un discípulo pierde es el derecho de dar lugar a cualquier cosa que pueda ser competencia para su Señor, Cristo.

¡Estas son exigencias altísimas para una cultura como la cultura Chilena, en donde la familia predomina sobre CASI todo! Mis amigos en la iglesia, y mis vecinos que no son creyentes, tratan el tema de la familia casi igual. La mayoría ven como sagrado el tiempo con la familia los días domingo en la tarde. Sin tener ánimo de ofender a mis amigos y hermanos en la fe, les pregunto, «¿cómo calza el llamado de Cristo a poner en segundo lugar a la familia, detrás de su lealtad y su obediencia a El?» Leo las palabras de Cristo en Mateo 10 y pienso, «nuestro cristianismo chileno está LEJOS de entender esta realidad, pues, para siquiera pedir que una familia postergue o programe sus celebraciones familiares, tales como cumpleaños o aniversarios, en horarios y días que no choquen con los cultos de la iglesia suena casi como una rebelión social!» ¿Cuándo estarán dispuestos a seguir a Cristo, cueste lo que cueste? La familia NO ES más importante que obedecer a Cristo, NO es más prioritario que una vida de consagración al Señor. No son discípulos aquellos que seleccionen las palabras de Cristo y las filtren por causa de sus intereses personales o familiares. El discípulo de Cristo le sigue con TODO, cueste lo que cueste.

Recuerdo que en la primera iglesia que Dios me permitió fundar en Chile, la que se ubica en Vitacura hoy (antes era Las Condes), una prioridad que teníamos era que los domingos por la tarde no se realizaban ninguna actividad en el templo. el motivo, decíamos con nuestros compañeros de ministerio, era para que las familias tuvieran tiempo para descansar y para compartir juntos. Inclusive, se preparaban actividades y devocionales para la familia, a fin de fomentar tiempo «de calidad con la familia!» Pero, hoy, de esa docena de familias que asistían a la iglesia, tan solo UNA joven de todas ellas sigue asistiendo fielmente a la Iglesia.* ¡La iglesia que les daba toda la libertad de enfatizar su vida familiar! No hubo, entonces, a la larga, en esos hogares, una comprensión del costo de ser discípulo de Cristo. Sino, había una prioridad que competía con Cristo: la prioridad de la familia.

No me malinterprete: la familia cristiana DEBE guardar tiempo y DEBE invertir fuerzas e inteligencia en cultivar en sus hijos y las familias jóvenes, las disciplinas de orar, de estudiar la Palabra, de interactuar con sus hijos jóvenes sobre temas de la Biblia…todo con la meta de despertar sed espiritual en sus pequeños y grandes hijos. PERO, les quiero decir. Una o dos horas como familia en actividad familiar no puede ser un sustituto por un padre y una madre que están viviendo TODOS los días con la más férrea práctica de ser un discípulo pleno del Señor. El Discípulo de Señor Jesús no deja lugar que NADA, ni la familia, sea estorbo para el compromiso de vivir en comunión con El.

Doy gracias a Dios que estamos siguiendo a un Señor que es, de todos modos, tolerante y paciente. Nos sigue recordando, nuestro Buen Guía y Maestro, que el camino es siempre cuesta arriba en la vida de un discípulo. Pero, el Señor sigue invitándonos para vivir como El, para rendir nuestra actitud voluntariosa al pie de la Cruz, y a ser una greda moldeable en Sus manos. Cuando vivo como discípulo, el Maestro me dice «Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.» (Mateo 7:24-25, LBLA)

No temas ni rehúses pagar el costo del Discipulado: el premio es mucho más valioso que lo que te imagines. Tendrás una vida edificada sobre la Roca Sólida y Segura que es Cristo mismo.

David L. Rogers, M.A. Min.
Pastor-Misionero
IBVN

(* Una joven que tiene unos 22 años ahora quien era parte de un grupo de aprox. 20 niños regulares que asistían con sus padres a nuestros cultos dominicales.)

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2 comentarios sobre “*** El Costo de Ser Discípulo ***

  1. En mis siete años junto a Cristo he tenido que dejar muchos eventos familiares y sociales y explicar el porqué prefiero a Cristo en 1° lugar.
    En un comienzo fue difícil y una lucha constante, donde también fracasé y me rendí.
    Hoy día mi postura es distinta y debo confesar que ya no es una lucha, es más, cada día me convenzo más de que lo que hago es poco comparado con lo mucho que Dios hace por mi.
    Además, ya no sacrifico a mis familiares (todos inconversos) ya que ahora ellos adecuan los eventos dependiendo de mi tiempo libre, sabiendo que cuando hay algo relacionado con la iglesia, mi amor por Cristo está primero.

    Yasna Contreras González.

    1. Estimada Yazna,
      Por cierto, lo que usted comenta refleja un verdadero compromiso con el Señor, lo cual apluado y honro. Gracias por compartir su experiencia a través de nuestro blog. Seguro que otros verán a través del testimonio suyo que es posible ponerle a Cristo primero en todo, y por medio de ello, se animarán en su fe! Que Cristo sea cada más en su vida el Todo y el Unico Rey que El merece.
      Atte,
      David Rogers
      Pastor-Misionero
      IBVN

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