¡Me encanta estudiar la Palabra de Dios! Encuentro en ellas promesas que son maravillosas y contienen algo que nadie debe dudar: su validez de ser cumplidas. Si las promesas de Dios no se cumplen, El no tiene ningún poder sobre nada en mi vida ni en la suya. Cuando abro la Biblia, todo lo que en ella encontramos depende del cumplimiento de sus promesas.
Pero, en distintos movimientos modernos dentro del cristianismo, y de la religión popular, hay toda una serie de creencias que se construyen sobre una gran duda de las promesas de Dios. Hay pastores y predicadores que con gran fervor y con «fuego en sus labios» enseñan que el Espirítu Santo desciende en la vida de un creyente después de ser salvo, en un momento especial del llamado bautismo con el Espíritu Santo. En palabras persuasivas, estos predicadores y «profetas» promueven un bautismo posterior al momento de la salvación en el cual sucede un «poderoso cambio» en la persona al descender el Espíritu Santo sobre su vida. Dicen que cuando esto sucede, que el Espíritu Santo le da a la persona poder de hablar en idiomas desconocidos o que suceden grandes demostraciones del poder del Espíritu. Se les dice que cuando sean bautizados «por el Espiritu Santo» que recibirán una gran demostración de su unción o su llenura sobre sus vidas.
Ahora bien, hablando con un espíritu afable y con amor, quiero preguntarles a estas personas que promueven dicha clase de experiencia sobrenatural o especial, ¿qué hacen con todas las promesas dadas en la Biblia que ya vemos se han CUMLPIDO, y que son fundamentales para poder descansar en la salvación que Dios proveyó por medio de Jesucristo? Les quiero llevar a tres textos en Gálatas para hacerles pensar sobre la clara y necesaria conección entre el don del Espíritu Santo y el regalo de la vida eterna. Espero que pronto podrás ver que la promesa para la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas se une y depende directamente de todas la promesas dadas respecto a la redención que Dios prometió a través de Abraham al mundo entero.
La Primera Promesa:
Comenzando con Gálatas 3:8, leemos lo siguiente:
«Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: EN TI SERAN BENDITAS TODAS LAS NACIONES.» (LBLA).
La primera promesa que Dios hizo a Abraham es que, a través de él, vendría la promesa de la JUSTIFICACION. Dicha promesa fue comunicada a Abraham cuando Dios le dijo que «…en ti serán benditas TODAS LAS NACIONES.» Esta promesa es la promesa de la salvación por medio de la infinita gracia de Dios. Ser justificado significa ser perdonado y aun más, es recibir la justicia de Cristo (Su perfecta santidad) a cuenta mia y a cuenta tuya. Entonces, la primera promesa dada es que el ser humano puede ser perdonado y por ende, pronunciada como santa o sea, limpia, y sin deuda en su contra.
¿Cómo lo hace Dios esto? La respuesta está estos versículos:
«Así que, los que son de fe son bendecidos con Abraham, el creyente. 10 Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: MALDITO TODO EL QUE NO PERMANECE EN TODAS LAS COSAS ESCRITAS EN EL LIBRO DE LA LEY, PARA HACERLAS. 11 Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque EL JUSTO VIVIRA POR LA FE. 12 Sin embargo, la ley no es de fe; al contrario, EL QUE LAS HACE, VIVIRA POR ELLAS. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros…» (LBLA, Gál. 3:9-13a)
La salvación es el por la obra de la gracia de Cristo obrando en TODOS AQUELLOS QUE POR FE SE ECHAN SOBRE JESUS, EL REDENTOR Y SALVADOR. Por el acto simple de la fe completamente depositada en Cristo, el pecador recibe la libertad de la maldición de la Ley (el estandar de la santidad de Dios).
La Segunda Promesa:
Pero, no termina allí. En su maravillosa carta a los cristianos en Gálatas, Pablo amplifica aun más las promesas cumplidas de la cuales depende todo cristiano. Quiero pedirle, amigo lector, no olivdar que la salvación es un HERMOSO REGALO, lo cual ningún ser humano es capaz de ganárselo ni de obtenerlo por méritos propios. Un regalo que no es gratis al recipiente es cualquier cosa MENOS un regalo. Pero, los amigos caristmáticos y los hermanos pentecostales declaran que para recibir el Espíritu Santo, los creyentes deben pedirselo a Dios y esperar un día o momento cuando se le cae sobre uno con gran poder. Pero, ¿es ESA la promesa que Dios ha hecho a Abraham y por medio de su plan eterno para redimir al pecador perdido?
La siguiente promesa dice así:
« …a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe.» (Gál. 3:14, LBLA).
Esta promesa me hizo explotar muchas ideas erróneas. Me dejó de espalda cuando leí que Dios no solo le prometió a Abraham la REDENCION Y LA JUSTIFICACION POR MEDIO DE LA FE. Además, Dios le prometió que por medio de Jesucristo, el Mesías prometido, que vendría a los creyentes como Abraham, todos los gentiles, la PROMESA DEL ESPIRITU SANTO MEDIANTE LA FE!!! ¿Te das cuenta, amigo lector, que la promesa dada a Abraham no solo incluía la esperanza de ser perdonado y redimido de nuestros hechos pecaminosos, sino que al ejercer la simple fe, como lo hizo Abraham que dentro de dicho pacto está la necesidad de recibir al Espíritu Santo? Se entiende, entonces, que cuando tu y yo CREEMOS y recibimos la JUSTIFICACION Y LA REDENCION, que a su mismo tiempo recibmos al ESPIRITU SANTO como parte de la promesa de Dios a Abraham. Con razón Pablo dice en otro versiculo en este mismo capítulo: « Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque EL JUSTO VIVIRA POR LA FE.» (Gál. 3:11, LBLA).
Por lo tanto, la llegada y la unción del Espíritu Santo en mi vida y la tuya, está directamente relacionado y DEPENDIENTE POR COMPLETO con el CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA DE DIOS A ABRAHAM. No podemos ser herederos de la promesa de la Salvación SIN la promesa del Espíritu Santo.
Y esto nos lleva a la tercera promesa, que es igualmente hermosa y rica:
«Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen. 23 Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada. 24 De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por fe. 25 Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús.» (Gál. 3:22-26, LBLA).
Mi amigo, escucha esta tercera promesa: Cuando Dios le prometió a Abraham que todos los gentiles de todas las edades seria bendicidas en él, Dios incluyó lo que más quería Abraham…que tuviera MUCHOS HIJOS!!! Dios le dio no solo UN HIJO a Abraham (su hijo físico, Isaac), sino, a MILLONES DE HIJOS POR MEDIO DE LA PROMESA DE LA REDENCION POR MEDIO DE CRISTO JESUS!! Cristo el Redentor cumplió la inexcrutable promesa de Dios de redimir y de justificar (aplicar Su justicia al creyente) y no solo hemos de ser recipientes del Espíritu Santo, como parte de esa promesa, pero también hemos de ser HIJOS EN VERDAD, HIJOS DE DIOS POR FE EN CRISTO, tal y cual lo fue Abraham!!! Esto es la esencia del Evangelio que predicaba Pablo y por tanto es la médula del Evangelio que debemos predicar HOY.
Cualquier pastor, predicador, profeta o llamado «apóstol» que predica que el Espíritu Santo le llega al creyente DESPUES de ser salvo por Fe en Cristo, está desmembrando y adulterando la promesa dada a Abraham. El Señor Dios CUMPLE sus promesas…TODAS ELLAS. Incluyendo la promesa de justificar al pecador cuando cree en Cristo, así como la promesa de hacernos hijos de Dios, junto y simultáneamente con la promesa de darnos el Santo Espíritu de Dios.
POR LO CUAL, CONCLUYO QUE—
1. No hay una obra de Dios POSTERIOR en la vida de un pecador arrepentido y quien ha creído en Cristo para ser salvo. Cuando tu y yo creemos en Cristo, la PROMESA de un Salvador está 100% ligada con la Promesa de un Consolador, el Espíritu Santo. Al recibir el DON de la Salvación, también recibmos el DON del SELLO del Espíritu Santo (Efes. 1:14)
2. Las personas que promueven y procuran que personas sinceras y vulnerables busquen o pidan a Dios que les envíe el Espíritu Santo, que les haga descender sobre ellos como fuera algún exigencia separada de la salvación, están destruyendo las promesas dadas a Abraham, el creyente, nuestro padre espiritual en su ejemplo de Fe. La fe es lo UNICO que el pecador puede ejercer y que debe realizar, al creer en Cristo para su salvación, junto con la cual Dios le da, como REGALO el don del Espíritu Santo.
3. No corresponde pedir a Dios, ni esperar al Espíritu Santo para que venga a su vida en algún momento posterior a recibir la justificación por fe en Cristo. Ser JUSTIFICADO es sinónimo con ser INVESTIDO Y BAUTIZADO CON EL ESPIRITU SANTO. No son DOS eventos, sino UNO SOLO. Amigo creyente, desde el momento que tu creíste en Cristo para ser salvarte del castigo de su justa ira y la Ley, has recibido la pura justicia de Cristo en tu cuenta, y la poderosa obra del Espíritu Santo en tu vida!!! ¡Es PROMESA de Dios! ¡Cuenta con ello!
Junto con el Apóstlo Pablo, les dejo esta pregunta a mis amigos carismáticos y pentecostales respecto al poder del Espíritu Santo en sus vidas:
«¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?» (Gál. 3:3, LBLA).
Dicho de otra forma, ¿cómo puedes predicar un Evangelio destrozado y desmembrado, separando las poderosas promesas de Dios a Abraham, haciendo pensar que un creyente hoy tiene que pedirle a Dios algún tipo de obra secundaria o una obra especial de un bautismo con el Espíritu Santo? Las dos promesas—las de la justificación y de la unción del Espíritu Santo—vienen JUNTAS como parte de la mismísima promesa de la redención a Abraham. No fue así para Abraham, y por tanto NO PUEDE SER ASI hoy. Las promesas de Dios son fieles y El cumple sus promeas. ¡De ello estoy segurísimo!
Es la promesa poderosa de Dios.
Agradecido por las Promesas de Dios,
David L. Rogers, M.A.Min.
Pastor-Misionero
Iglesia Bautista Vida Nueva